Unidad 3- Los viages de Pablo

unidad 3

Enseñarle a los niños que hablar de Jesús a las personas es lo mejor que existe y que Pablo hacía eso con muchas alegría y sin desanimarse

Los judíos de la ciudad de Listra animaron a la multitud a apedrear a Pablo. ¡Qué gran Maldad! Lo llevaron fuera de la ciudad, porque pensaban que estaba muerto. Pero cuando los discípulos se reunieron a su alrededor, él se levantó y entró en la ciudad de nuevo. Como Pablo era perseverante, ¿no es ciertos chicos? Al día siguiente, Pablo y Bernabé fueron a la ciudad de Derbe. Al llegar allí predicaron la palabra de Dios, y muchos habitantes de la ciudad se convirtieron. Después de eso, se embarcaron para varias ciudades, y siempre dando fuerzas y alentando a los cristianos. Ellos enseñaron que había que esforzarse por entrar en el reino de Dios. En cada Iglesia y ciudad que pasaban, elegían a hombres para predicar el evangelio, ayunaban y los entregaban a Dios. Hacían reuniones en las iglesias, siempre cumpliendo la misión que Dios ordeno. El viaje misionero de Pablo no se detiene ahí: ahora tenía un nuevo equipo, Silas y Timoteo.
En aquellos días, los viajes eran muy difícil, porque se hacían a pie, a caballo, en burro o en barco, pero esto no desanimaba a Pablo. Fueron por las regiones de Siria y Cilicia visitando las iglesias y alentando a los nuevos convertidos. Y allí estaban ellos, felices y contentos predicando el evangelio, levantando obreros y líderes de las nuevas iglesias que se estaban abriendo . Cada día, las iglesias eran más fuertes en la fe y el número de convertidos cada vez mayor. Pablo era um hombre muy obediente a Dios, y donde el Espíritu Santo lo mandaba, el iría inmediatamente. Cuando llegaron a la ciudad de Filipos, conocieron una mujer llamada Lidia, vendedora de ropa fina que temía a Dios. Ella y toda su familia fueron bautizadas, y hospedo en su casa a los jóvenes misioneros con gran alegría.
Muchas personas en esa ciudad fueron curados y liberadas, entre ellos una joven esclava que adivinaba el futuro, cuyos propietarios la utilizaban para hacer dinero. La pobre muchacha estaba dominada por los malos espíritus y todos los días seguía a los discípulos diciendo que eran siervos de Dios. Pablo, disgustado con la situación, liberó a la chica. Los dueños de la esclava estaban furiosos con Pablo y Silas, y los llevaron hasta las autoridades. Ellos fueron azotados y encarcelados. ¡Qué gran injusticia! Los jóvenes fueron detenidos por predicar el evangelio. Pero Dios tenía un plan en todo eso.
¿A medianoche, saben lo que ellos hicieron, chicos? Comenzaron a cantar y orar a Dios.
Cuando, de repente, el suelo empezó a temblar. Sí, era un terremoto. Las cadenas que unían a Pablo y Silas estaban rotas y las puertas de la cárcel se abrieron. El carcelero, al despertar, viendo las celdas abiertas, quedo desesperado y con miedo de que los presos hubiesen huido. Su desesperación era tan grande que sacó su espada, pensando en quitarse la vida. Pero Pablo clamó a gran voz: No te hagas daño a ti mismo, no huimos, estamos todos aquí! Entonces el carcelero se arrodilló delante de Pablo y le preguntó: ¿Qué debo hacer para ser salvo? Pablo respondió: «Cree en el Señor Jesucristo y será salvo, tú y tu casa. » ¡Qué maravilla! ¿Saben lo que pasó? El carcelero y toda su familia escucharon la Palabra de Dios y fueron bautizados en el nombre de Jesús. La alegría de esta familia fue tan grande, llevaron a Pablo y Silas a su casa, comieron juntos y demostraron una gran alegría por haber creído en Dios. Ellos regresaron a la cárcel y se quedaron hasta el amanecer. Por la mañana, Pablo y Silas fueron liberados.

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