Obispo Macedo

NO DIGA, ¡PRUÉBELO!

¿Ya pensó alguna vez qué es lo que significa “AMOR” para Aquel que lo creó?

Tres cosas extraordinarias:

1°. AMOR para DIOS significa: Entrega incondicional, placer en agradar al Amado por sobre todas las cosas, inclusive antes que a sí mismo. Este 1° AMOR revela una reverencia, una consideración y una gratitud extrema – al punto de eliminar todas las otras preocupaciones existentes e imaginarias, dejando solo una, la preocupación de agradarlo en todo, ya sea en los pensamientos, en las palabras, en los sentimientos, en las decisiones, en las acciones, en las reacciones, en los sueños y en las realizaciones.

2°. AMOR para Dios significa: Valorizar y cuidar del bien más precioso que el ser humano posee: su alma. La única cosa que existe en todos nosotros que durará y se perpetuará por toda la eternidad, ya sea en los Cielos o en lago de fuego y azufre, es nuestra alma. La eternidad de la misma, completa, realizada y segura, dependerá del valor que le atribuyamos en esta vida, ya que la única cosa que se conquista en esta vida y que nos llevamos después de la muerte física es nuestra alma salva o nuestra alma condenada.

¿Por qué el desprecio o la falta de cuidado de nuestra alma hiere y entristece a Dios? Porque ÉL creó al ser humano para ser eterno, como ÉL ES ETERNO, pero, debido a su desobediencia, la muerte pasó a existir, y, por eso, Dios envió a Su Hijo Unigénito para vencer el poder del pecado, que es la muerte, muriendo y resucitando de entre los muertos a nuestro favor. De forma que, quien en ÉL cree y a ÉL se entrega no verá su alma siendo condenada al infierno, sino que será salvo e irá a vivir con ÉL en los Cielos, por toda la eternidad. No amar a su alma implica despreciar a Quien dejó de ser *Unigénito para ser *Primogénito, para que también tuviésemos la oportunidad de ser Hijos del Dios-Único-Vivo.

(*) Unigénito: Hijo Único.
(*) Primogénito: Aquel que fue generado en primer lugar; primer hijo.

3°. AMOR para Dios significa: Amar al semejante, a las personas, como a sí mismo. El propio Dios, cuando habitó en un cuerpo humano, sujeto a las mismas necesidades, pensamientos, sentimientos, deseos, tentaciones y dificultades, afirmó que vino a traer un Nuevo Mandamiento, mandamiento este que tiene el poder de rescatar, renovar, fortalecer, orientar y salvar al ser humano de todos los males.
El mandamiento es: ¡Amar a Dios y amar al prójimo como a sí mismo!

Antes de ascender a los Cielos, Él le preguntó a Pedro – aquel que Lo había negado tres veces.

Observación: Cuando negamos nuestra fe inteligente en el Dios Vivo, confesamos nuestra fe ciega en el diablo. Tres veces el diablo oyó con gran alegría y satisfacción a Pedro negar su fe inteligente en el Hijo de Dios. Y Pedro, inconscientemente, confesaba su fe ciega en el diablo, a través del sentimiento del miedo.

Tanto para Dios como para el diablo, el amor verdadero se materializa a través de actitudes.

Veamos lo que el Señor Jesús le preguntó y le pidió a Pedro que hiciese:

“Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y Le respondió: Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que Te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.” Juan 21:17

Cuando les preguntamos a las personas en el universo de los que creen en Dios: “¿Usted ama a Dios?” TODOS, unánimemente, responden: “¡Sí, yo lo AMO!”

Pero sabemos que Dios solo VE si realmente Lo amamos a través de esta ACTITUD:

Apacienta

Mis

Ovejas

En la práctica, quien ama a Dios INCONDICIONALMENTE, ¡¡¡cuida de su ALMA y AMA al prójimo como a sí mismo!!!

Por eso, amigo lector, seamos sinceros con nosotros: si no hemos apacentado las ovejas, amando al prójimo, es porque no hemos valorado nuestra alma y, por eso, nuestro “amor” es condicional en vez de *incondicional.

¿Hemos tenido la iniciativa de cuidar las ovejas del Rebaño de la IURD y hemos buscado a las ovejas perdidas?

No seamos de los que dicen: “Yo amo a Jesús”.

Seamos de los que lo prueban: ¡Apacentando a Sus ovejas!

(*) Incondicional
1. Que no está sujeto a ninguna condición o restricción.;
2. Independiente de cualquier limitación.;
3. Que debe ejecutarse en cualquier circunstancia.

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