«Solo tú eres el Señor. Tú hiciste los cielos, los cielos de los cielos con todo su ejército, la tierra y todo lo que en ella hay, los mares y todo lo que en ellos hay. Tú das vida a todos ellos y el ejército de los cielos se postra ante ti.», (Nehemías 9:6 LBLA).

Hay vida en todo lo que Dios creó, ya sea en la tierra, en el cielo o en el mar. Podemos ver la belleza y el cariño en todas las cosas que Él creó para que el hombre pueda disfrutar y apreciar. Con eso, podemos darnos cuenta de la función de cada elemento de la creación según su naturaleza y como generan una armonía perfecta, para enaltecer Su Poder. Son pocas las personas que ven a Dios en la naturaleza y en sus detalles, pero Su infinita misericordia y perfección están delante de los ojos de todos para mostrar Su grandeza y majestad.

Sin embargo, los que conocen a Dios a través de Su Palabra, se entregan a Él de cuerpo, alma y espíritu. Eso es porque entienden el inmenso valor de Su Ofrenda hacia la humanidad (cuando amó al mundo de tal manera que dio a Su Único Hijo para morir por los pecados de todos). Estas personas Lo honran y Lo sirven, debido a que aceptaron Su Ofrenda de salvación.

Al aceptar vivir en obediencia a las leyes de Dios para agradarlo, la persona muestra que depende de Sus cuidados, y que Él está por encima de todo en su vida. Por eso, clama en oración para que el Espíritu Santo te pueda moldear, como el alfarero moldea el barro, y de esta manera transformarte en un vaso útil en Sus Manos.

“Mas ahora, oh Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros el barro, y tú nuestro alfarero; obra de tus manos somos todos nosotros.”, (Isaías 64:8 LBLA).

Pedile al Espíritu Santo que quiebre tu orgullo, vanidad y egoísmo, y te convierta en un vaso nuevo y en Sus Manos. Podés ser un vaso que Lo honre y Lo adore en espíritu y en verdad, o sea, que tenga una vida justa de acuerdo a Su voluntad.