EL DIOS INMUTABLE
Es maravilloso pensar en nuestro Dios y contemplar Su belleza. Él es justo, poderoso e inmutable. Es el mismo siempre, compasivo y longánimo.
A pesar de Su grandeza y santidad, tiene ojos para nosotros, ya que para Él somos preciosos aunque seamos insignificantes y pequeños.
Por medio del sacrificio de Su hijo Jesús, Él tiene el poder para tornarnos justos, santos y coherederos suyos. Dios también nos concede Su Espíritu y sabiduría.
Podemos mencionar algunas de Sus incontables promesas divinas que revelan Su cuidado por nosotros. Por ejemplo:
EN LA SALUD, no necesitamos sufrir ya que somos curados por Él:
«Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores;y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados.» (Isaías 53:4, 5)
EN LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD, Su presencia constante en nuestra vida nos vuelve felices:
«Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré…» (Hebreos 13:5)
EN LA ESPERA DE SU VUELTA. Cuando vivimos separados del pecado y de todo lo que el mundo nos ofrece, tenemos esta confianza:
«No os dejaré huérfanos, vendré a vosotros.» (Juan 14:18).
No hay ningún peligro de que seamos engaños, porque Dios ha cumplido Sus promesas. Al enviarnos el Espíritu Santo, somos bautizados y recibimos Su plenitud; Podemos decir: «¡Vení Señor Jesús! te esperamos deseosos».
EN PROTECCIÓN, disfrutamos de Su abrigo:
«El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente; Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confió» (Salmos 91:1-2)
Ese es el Dios verdadero e inmutable, así como Su amor y protección.
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